lunes, 9 de marzo de 2009

UN DULCE SUEÑO DE AMOR



La tarde caía aceleradamente. El cielo nublado hacía parecer que la noche llegaba muy diferente a las de otros días. Cansado del arduo trabajo salí rumbo a mi casa con un hambre atroz. Mi esposa me esperaba con una cena especial, la mesa con un par de velas encendidas, y adornada con unas flores exóticas, parecía como si las hubiera encargado de Chiapas o por esos rumbos especialmente para esa noche. Al entrar a casa me quedé atónito preguntándome ¿Dónde estoy? ¿Se iría la luz? Llegué a pensar que tal vez mi mujer esperaba a otro, porque en verdad era la primera vez que mis ojos veían ese espectáculo, al menos en mi casa.Yo no salía de mi estado de estupefacción. Mi esposa poco delicada por cierto, con todo su amor me dio un fuerte pellizco como para llamar mi atención. Fue entonces cuando reaccioné y caí en cuenta de qué se trataba. Era la celebración de nuestro décimo aniversario y yo ni en cuenta. Un poco molesta (bueno casi no se le notaba pues es su estado normal) me arrastró hacia la mesa, me sirvió en un plato casi del tamaño de una palangana, repleto de una sabrosa comida hecha especialmente para mí. Con un tono autoritario como cuando una madre molesta le dice su hijo, expresó… ¡¡¡Y te lo tragas todo!!! Su expresión retumbó dentro de mí haciéndome un nudo en la garganta, haciéndome casi imposible deglutir el alimento. Sentía hambre, sí, pero ya era tarde y me sentía muy cansado, además estaba seguro que me causaría una indigestión, no tenía elección, era eso o tal vez una paliza de parte de ella. No era la primera vez y ni cómo negociar, había olvidado esa fecha tan importante para ella.Cómo me hubiera gustado que me dejara tener un perro dentro de la casa, así hubiera compartido un poco de esa comida sin que ella se diera cuenta. Casi terminaba, pero sentía que el estómago me reventaba y los ojos se me saltaban. Le dije… amor… me estoy ahogando, estoy muy lleno. Amorosa me responde… ¡Está bien! Amorcito, y en lugar de acercarme un vaso con agua, comienza a pelar un plátano, me lo avienta y me dice…¡¡ Trágatelo pa’ que resbale!! No me quedó más que decir ¡Sí, mi amor!!De ahí, directo a la cama, apenas me desvestía cuando quedé inconsciente por el agotamiento del trabajo y el peso de la comida. Caí en un sueño profundo y comencé a soñar, recuerdo vívidamente cada escena, cada movimiento (caso insólito nunca he recordado un sueño), pero esta vez fue especial.Mi peso era tan ligero, que podía sentir cómo el viento me levantaba… Me había convertido en un verdadero Hombre Mosca, como aquél que trepaba la iglesia de mi pueblo, en el Estado de Sinaloa cuando yo era un niño.Comencé a trepar una de las paredes, pero caso curioso, no pesaba nada, sin embargo, trepar me costaba mucho esfuerzo. A pesar de todo era divertido, pues podía ver a la gente que había quedado abajo. Cada vez me resultaba más difícil, me dolían las yemas de los dedos, las uñas se me doblaban hacia atrás, pujaba por tanto esfuerzo, pero estaba a punto de llegar hacia la torre que trepaba. Comencé a escuchar gritos. Al principio se escuchaban muy lejanos y poco a poco fueron aumentando la intensidad. Sentí cómo se rompían mis tímpanos por ese estruendoso y desagradable grito que me hizo perder el equilibrio y me hizo caer hasta el suelo. Sofocado, casi sin poder respirar, abrí mis ojos. ¡Vaya sorpresa! Era mi mujer que me gritaba ¡Despiértate inútil! ¿Qué haces trepando las paredes? ¡Ya deja dormir!Apenado, bañado en sudor y con mis uñas rotas, pero satisfecho porque había trepado la pared (circunstancia que no lograría estando despierto) volví a conciliar el sueño.Todo era diferente, mi cuerpo no respondía, me sentía como una estatua de piedra, caminaba con muchos esfuerzos, no sabía a dónde me dirigía. A punto de soltar el llanto por la desesperación y el dolor de mis miembros, quería gritar pero mis gritos no salían de mi garganta, sólo ruidos raros. En esa desesperación pude emitir algo así como un grito ahogado pero no hubo respuesta alguna. De pronto sentí un espasmo, un fuerte dolor en la parte posterior de mi cabeza, un dolor que no era interno. Sentí como si alguien me hubiera golpeado, pero no había nadie en mi derredor. Sentía correr chorros de sudor por mi espalda. De pronto, otro espasmo, pero ahora era en mi frente. Comencé a escuchar a lo lejos una voz infernal que volvió a paralizarme, decía mi nombre y el calificativo de inútil. Poco a poco comencé a ver, pero todo era oscuro. Me toqué la cara y la cabeza y sentí algo viscoso. No me explicaba dónde estaba ni qué me escurría por la parte superior de mi cuerpo. Recuperé mi conciencia con los gritos de mi histérica mujer. Me encontraba inmóvil parado en el umbral de mi puerta. Mi mujer quería dormir y yo no la dejaba. Me había descalabrado con cada uno de sus zapatos. Aún resuena en mi descalabrada cabeza su último grito… ¡¡¡ Qué te pasa!!! ¿No me dejarás dormir? ¿Qué haces ahí parado, a dónde vas?Con todo el temor del mundo puede hilar unas palabras… Perdona mi amor... sólo voy al baño.

1 comentario:

  1. jaja, quien viera al profe de mandilon xD
    ok no...
    que forma de narrar :O
    por que no nos enseña eso?
    algun dia muy cercano podre narrar de esa manera( o tal ves mejor)

    "el alumno supera al maestro"
    ok
    sale profe
    by josue c.c

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