domingo, 19 de febrero de 2012

MILKA

Milka es mi perrita Pitbull, la conocí cuando tenia apenas dos meses de nacida. Cuando fui a adoptarla, la pobre padecía de diarrea, y a pesar de que había más cachorros simplemente la adopté.Me cautivó con su simpatía,un verdadero ángel. Un animal alegre, amoroso y agradecido. Sabe bien que soy suyo y es capaz de detectar perfectamente mis estados de ánimo. Siempre me acompaña. Recuerdo su fija mirada siempre que la llevaba a la clínica para su chequeo o sus vacunas, caminaba siempre a mi lado, volteaba constantemente como si leyera mis pensamientos. Ella a pesar de su poca experiencia sabía bien mi preocupación y mis sentimientos sobre todo en ese triste día en el que recibí la terrible noticia por parte de su médico… "Mi profe… su perrita tiene cáncer”. Yo no podía aceptar ese diagnóstico. ¿Cómo? ¡Si es una bebé”, sólo tenía cuatro meses de edad. Luchamos juntos con optimismo esa batalla, cada diez días visitábamos a su médico, quien como solución le había recetado quimioterapia, una inyección que se aplica durante diez minutos debido a la agresividad de las drogas que contiene. Con la primera quimio no hubo ningún avance. -¡Le pondremos la segunda! Dijo y con esa ya se aliviará. Fueron cuatro quimioterapias en total, hasta que me la dio de alta,!había ganado la batalla! Hoy, la tristeza me invade de nuevo, a sus nueve meses de vida, otro diagnóstico fatal… aparentemente peor que el pasado, ahora se trata de un diagnóstico de “distemper”, la enfermedad producida por un virus que destruye el sistema nervioso y es comúnmente conocida como “moquillo”, un padecimiento incurable que causa temor a cualquier persona que ama a su mascota. Me encuentro confundido, pues no sé si enfrentar esta lucha o seguir las instrucciones del médico veterinario. Las palabras del médico fueron hasta cierto punto duras y frías… “Piénsela mi profe… ¡vaya preparando el hoyo!...!hay que dormirla! Mi confusión es grande, pues ya son varios veterinarios que en diferentes ocasiones se han equivocado y me hacen dudar de los diagnósticos. Pero el moquillo es una enfermedad incurable aunque no necesariamente mortal, que de librarse de ella, podría tener secuelas muy serias que le causarán mucho sufrimiento pues deterioran el sistema nervioso. Hoy no sé qué hacer pero debo tomar la decisión, ya que no me gustaría dormirla pues no puedo predecir el futuro, pero tampoco puedo prolongar su agonía y verla sufrir.